La próstata es una pequeña glándula que existe sólo en los varones. Su tamaño en el adulto es similar al de una castaña y su peso normal es de aproximadamente 25 gr.
La próstata se encuentra situada justo debajo de la vejiga, rodeando la zona de la uretra que se halla localizada a dicho nivel. Este segmento de uretra recibe el nombre de uretra prostática y es en esta zona donde se vierten los espermatozoides provenientes del testículo a través del conducto defer="defer"=
La próstata produce un líquido que forma parte del semen. Este líquido constituye el 15% del total del semen que se expulsa durante la eyaculación. No se conoce completamente su función, pero se cree que sirve para aportar sustancias nutrientes a los espermatozoides provenientes de los testículos.
A partir de los cuarenta años, por mecanismos posiblemente hormonales, suele haber un aumento de esta glándula. Este crecimiento se denomina hipertrofia o hiperplasia prostática benigna. También recibe el nombre de adenoma prostático.
Síntomas:
Al crecer la próstata, se produce cierta dificultad en el paso de la orina a través del segmento de uretra que la atraviesa. Esta obstrucción al flujo de la orina hace que más pronto o más tarde aparezca dificultad para orinar. El varón comienza a notar que su chorro de orina tiene menos fuerza o que es entrecortado, que necesita orinar frecuentemente, sobre todo por la noche, que a veces tiene que hacer fuerza para conseguir vaciar la vejiga y que aún así se queda con la sensación de que la vejiga no se vacía completamente. Con frecuencia tiene dificultad para iniciar la micción o presenta goteo de orina al finalizarla. Tampoco es rara la sensación imperiosa o urgente de orinar y, si se obstruye completamente la uretra prostática, habrá imposibilidad absoluta para orinar, produciéndose la llamada retención urinaria. Si esta situación llega a producirse, solo la colocación de una sonda que vaya desde el exterior hasta la vejiga siguiendo el trayecto de la uretra conseguirá vaciar el contenido de orina y aliviar al paciente.
Puntos clave:
Manifestaciones del crecimiento de la próstata
Dificultad para iniciar la micción.
Chorro de la orina débil o entrecortado.
Goteo al final de la micción.
Sensación de vaciado incompleto de la vejiga.
Urgencia miccional o necesidad “imperiosa” de orinar.
Aumento de la frecuencia miccional, sobre todo por la noche.
Tendencia a infecciones urinarias de repetición.
Retención aguda de orina con imposibilidad total para orinar.
Aunque la velocidad de crecimiento de la glándula es lenta en general, varía de unos individuos a otros. De ahí que los síntomas se instauren progresivamente y con diferente intensidad según sea el patrón de crecimiento. El conjunto de estos síntomas se denomina habitualmente prostatismo o síndrome prostático.
Además, elcrecimiento de la próstata puede dar lugar a otras manifestaciones tales como infecciones urinarias, sangre en la orina o alteración de la función de los riñones que habrá que estudiar y tratar adecuadamente.
Causas y frecuencia de la enfermedad:
A partir de la edad media de la vida de los varones el crecimiento de la próstata es un fenómeno casi generalizado. Se calcula que por encima de los 50 años el 50% de los hombres tienen aumentado su tamaño prostático, y este porcentaje se eleva al 80% en los mayores de 80 años.
Se cree que el crecimiento de la glándula prostática depende de un desequilibrio hormonal. A partir de los 40 años, los testículos tienden a secretar menor cantidad de testosterona. Esta disminución en la cantidad de hormona masculina circulante estimula la producción de factores de crecimiento celular a nivel prostático, originando el progresivo aumento del tamaño de la glándula.
Diagnóstico:
uando la presencia de los síntomas mencionados hacen sospechar la enfermedad, el médico responsable debe realizar un tacto de la próstata introduciendo un dedo a través del ano del paciente. Esto permite identificar si la próstata está aumentada de tamaño o no y realizar una valoración de su consistencia para descartar o alertar sobre un posible problema canceroso. Mediante técnicas de imágenes médicas como la ecografía abdominal o transrectal se completa el estudio al permitir visualizar la próstata en su totalidad y poder medir exactamente su tamaño, así como detectar la presencia de imágenes anómalas que sugieran la presencia de lesiones cancerosas asociadas.
A través de un análisis de sangre se puede conocer la función de los riñones y valorar el antígeno específico prostático (PSA), sustancia producida por la próstata que debe encontrarse dentro de unos límites en la sangre, en relación con la edad y el tamaño prostático, para ser considerada normal. Si se encuentra por encima de estos límites se deberán realizar más estudios antes de comenzar ningún tratamiento, para comprobar si existe o no una patología más grave (cáncer de próstata).
Así mismo, en caso de sospecharse la coexistencia de una infección urinaria (fiebre, escozor al orinar, orina turbia...), un simple análisis de orina servirá para confirmar o no su presencia y la necesidad de instaurar un tratamiento antibiótico para su curació
Tratamiento:
Tratamiento farmacológico:
Desde hace muchos años se vienen utilizando diversos extractos de plantas para el tratamiento de la hiperplasia prostática benigna. De hecho, es el tratamiento más difundido en España, aunque los resultados en cuanto a la mejora de los síntomas son de lo más dispares.
Actualmente se cuenta con diversos fármacos de efectividad demostrada: los inhibidores de la enzima 5-alfa-reductasa y los fármacos alfa-bloqueantes selectivos.
Los inhibidores de la enzima 5-alfa-reductasa logran reducir el volumen de la próstata hasta en un 30% en dos terceras partes de los pacientes. Para comprobar su eficacia debe mantenerse el tratamiento durante al menos 6 meses y, si es efectivo, con frecuencia se mantiene la mejoría de los síntomas hasta 4 años después.
Con otro mecanismo de acción, los fármacos alfa-bloqueantes selectivos han demostrado también su capacidad de mejorar los síntomas obstructivos urinarios en alrededor del 60% de los pacientes. Actúan relajando las fibras musculares lisas de la salida de la vejiga, la uretra prostática y la misma próstata. Como efecto secundario derivado de su acción a nivel del organismo en general, reducen también las cifras de tensión arterial, por lo que son de gran utilidad en pacientes con hipertrofia prostática benigna que además son hipertensos.
Tratamiento quirúrgico:
Para los casos que no respondan al tratamiento con fármacos o que presenten complicaciones asociadas al crecimiento prostático como infecciones de orina de repetición, piedras en la vejiga, retención de orina o deterioro de la función de los riñones. En general, el tratamiento quirúrgico produce la mejoría más importante que se puede conseguir en el tratamiento de esta enfermedad, pero presenta un mayor número de complicaciones que cualquiera de los tratamientos con medicamentos, sobre todo en personas mayores. Por esto, en la decisión del tratamiento a seguir, influyen varios factores que han de ser sopesados tanto por el médico como por el propio paciente.
De un modo simple, se puede decir que existen dos procedimientos quirúrgicos: la resección transuretral de próstata y la adenomectomía prostática abierta.
La resección transuretral prostática (RTU) es la operación realizada más frecuentemente. Se realiza sin necesidad de abrir el abdomen para acceder a la glándula desde el exterior. Consiste en introducir un instrumento a través de la uretra que permite cortar desde dentro y mediante energía eléctrica o láser parte de la próstata crecida. Con esta técnica los síntomas mejoran en un 70-80% de los pacientes, aunque el principal problema es la posibilidad de re-crecimiento del tejido prostático residual, con reaparición de las molestias.
La adenomectomía prostática abierta se realiza en los casos de próstata muy voluminosa. Exige realizar un corte con bisturí en el bajo abdomen para acceder directamente a la próstata y extirparla. Al ser una técnica más agresiva, las posibilidades de complicaciones quirúrgicas son teóricamente mayores.
En los últimos años han aparecido nuevas técnicas para el tratamiento de la hiperplasia prostática que son menos agresivas pero sobre las que todavía existe menos experiencia. Entre ellas podemos mencionar la colocación de prótesis en la uretra prostática (especie de tubito que se introduce dentro de la uretra natural y que la mantiene permanentemente abierta a pesar de la presión ejercida alrededor por el crecimiento de la próstata), la dilatación de esta uretra prostática por un sistema hinchable (dilatación con un baloncito que se introduce a este nivel de la uretra, inflándose desde el exterior una vez colocado en la posición correcta) y diversos procedimientos de emisión de microondas de energía, denominados hipertermia y termoterapia, capaces de destruir parte de la próstata mediante el calor sin lesionar los tejidos alrededor de la misma.
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